martes, 14 de abril de 2015

Agustín de Hipona 

Nacimiento

Agustín nació el 13 de noviembre del 354 en la ciudad de Tagaste, el moderno Souk Ahras, en Argelia, en norte de África. Los romanos dominaban ese territorio desde la destrucción de Cartago, antigua colonia fenicia, quinientos años antes. Esta fue reconstruida por Roma como la metrópoli del África romana. Rica una vez mas, la vida transcurría plácidamente dada al negocio y el arte. El latín era el idioma oficial, aunque todavía podía oírse hablar el berefer aborigen y el cartaginense o púnico, ya casi olvidado. 
Tagaste era una ciudad bastante grande para tener su propio obispo, pero no suficiente como para contar con un centro de enseñanza.

Sus padres: Patricio y Mónica, pertenecían a la clase media puesta en peligro económicamente. Patricio era  un funcionario municipal y pagano de ideas que solo acepto el bautismo cristiano en su lecho de muerte, aproximadamente en el año 371; Mónica por el contrario , era una creyente llena de virtudes y muy fervorosa que no dejaba de orar por la conversión de su esposo y de su hijo. Aunque pagano, Patricio no impido para nada que Agustín recibiera una educación cristiana, matriculado por su madre entre los catecúmenos. Al parecer tres ideas centrales se fijaron en su espíritu: una, la providencia divina, dos, la vida futura sanciones terribles y por ultimo, Cristo el Salvador.

Su niñez: De Agustín solo sabemos lo que el nos cuenta en sus memorias, sumamente selectivas, que forman parte de la Confesiones. Se define así mismo como un niño bastante común, alegre y travieso, no amigo de la escuela,  cuyos castigos teme, impaciente para ganar la aprobación de sus mayores, pero propenso actos triviales de rebelión. Hasta los once años permanece en Tagaste estudiando en la escuela del pueblo.
Su padre utiliza su dinero de pequeño propietario para que se traslade a Madaura, ciudad situada a unos 25 kilómetros al sur de Tagaste y complete allí sus estudios. Patricio orgulloso del éxito de su hijo en las escuelas de Tagaste y Madaura determino enviarle a Cartago para que completase su formación como abogado. Solo había un osbtáculo, el económico. esa era la misera realidad contra la que se estrellaban las expectativas de otorgar a su hijo un educación  brillante, que en aquella época consistía en gramática, retorica y literatura, pues de los abogados se pedía mas la elocuencia que el estudio del derecho.
Afortunadamente, gracias a la ayuda de un amigo o quizá un familiar rico, Romaniano, lograron reunir a duras penas lo suficiente para enviarle a Cartago, ciudad grande y cosmopolita, capital administrativa del estado, en el año 370, donde Agustín  sintió las seducciones propias de la gran ciudad, la vida alegre que se ofrecía a los jóvenes estudiantes, por lo general alborotadores.
Sus preocupaciones fueron el teatro, los baños y el sexo. Al cumplir 17 años ya comparte su vida con una joven de su edad. Fruto de esta relaciones sera su hijo Adeodato (dado por Dios). Esta mujer desconocida, de quien no dice su nombre, permaneció con el mas de una década.

En el 371 muere su padre. Ante este acontecimiento, el muchacho apasionado comienza a ser consiente del gran sacrifico que han realizado sus padres para que el se construya un futuro. .
En el año 373 comenzó a leer el Hortensio de Ciceron, como parte del curso ordinario del plan de estudios. Esta obra, hoy perdida y de la que solo conocemos los fragmentos citados por Agustín y otros escritores antiguos, era un protético, es decir, un tratado diseñado para conspirar en el lector un entusiasmo para la disciplina de filosofía.  


Conversión al Cristianismo:


En 385 Agustín se convirtió al cristianismo. Fue en Milán donde se produjo la última etapa antes de su conversión: empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón. Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo.
Esta noticia llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su hijo, y que se encargó de buscarle un matrimonio acorde con su estado social y dirigirle hacia el bautismo. 
En vez de optar por casarse con la mujer que Mónica le había buscado, decidió vivir en ascetismo; decisión a la que llegó después de haber conocido los escritos neoplatónicos  gracias al sacerdote Simpliciano. Los platónicos le ayudaron a resolver el problema del materialismo y del mal. 
San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la fe. Por último, la lectura de los textos de san Pablo le ayudó a solucionar el problema de la mediación y de la gracia. 
Según cuenta el mismo Agustín, la crisis decisiva previa a la conversión, se dio estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando sobre el ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que decía: toma y lee, y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje. Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.

En 386 se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo. Renunció a su cátedra y se retiró con su madre y unos compañeros a Cacisiaco, cerca de Milán, para por completo al estudio y a la meditación.
 El 24 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, fue bautizado en Milán por el santo obispo Ambrosio. Ya bautizado, regresó a África, pero antes de embarcarse, su madre Mónica murió en Ostia, el puerto cerca de Roma.




En el 387 recibió el bautismo  de manos de Ambrosio, a quien, como hemos dicho, comenzó a escuchar  para complacer a su madre  y a su oído.




Fallecimiento 

La historia del encuentro con un niño junto al mar Agustín murió en Hipona el 28 de agosto de 430 durante el sitio al que los vándalos de Genserico sometieron la ciudad durante la invasión de la provincia romana de África. Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia el 725, a Pavía, a la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, donde reposa hoy.



DOCTRINA

Razón y Fe: San Agustín, a los diecinueve años, se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco fue cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de que razón y fe no están necesariamente en oposición, sino que su relación es de complementariedad. Según él, la fe es un modo de pensar asintiendo, y si no existiese el pensamiento, no existiría la fe. 
Por eso la inteligencia es la recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas le respondió: Crede ut intelligas («cree para comprender») y a los fideístas: Intellige ut credas («comprende para creer»). San Agustín quiso comprender el contenido de la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas.

Interioridad: Agustín de Hipona anticipa a Descartes al sostener que la mente, mientras que duda, es consciente de sí misma: si me engaño existo (Si enim fallor, sum). Como la percepción del mundo exterior puede conducir al error, el camino hacia la certeza es la interioridad (in interiore homine habitat veritas) que por un proceso de iluminación se encuentra con las verdades eternas y con el mismo Dios que, según él, está en lo más íntimo de la intimidad.Las ideas eternas están en Dios y son los arquetipos según los cuales crea el Cosmos. Dios, que es una comunidad de amor, sale de sí mismo y crea por amor medianterationes seminales, o gérmenes que explican el proceso evolutivo que se basa en una constante actividad creadora, sin la cual nada subsistiría. Todo lo que Dios crea es bueno, el mal carece de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre.Agustín también reflexiona sobre el tiempo desde la perspectiva de la conciencia subjetiva. El interior del hombre, dotado de memoria, está disperso entre el pasado y el futuro y anhela lo imperecedero. Es a través del examen de la propia trayectoria existencial y la introspección en la propia alma, donde Agustín expresa sus convicciones

Ciudad de Dios: En la historia coexisten la Ciudad del Hombre, volcada hacia el egoísmo, y la Ciudad de Dios que se va realizando en el amor a Dios y la práctica de las virtudes, en especial, la caridad y la justicia. Ni Roma ni ningún Estado es una realidad divina o eterna, y si no busca la justicia se convierte en un magno latrocinio. La Ciudad de Dios, que tampoco se identifica con la Iglesia del mundo presente, es la meta hacia donde se encamina la humanidad y está destinada a los justos.

Lucha contra las herejías: Agustín acusa al pelagianismo de no creer en el amor gratuito de Dios. La salvación para él no es un merecimiento del hombre por sus buenas obras, sino pura gracia.Agustín también ataca al donatismo. Este no admite a los que en las persecuciones renegaron de la fe. Agustín aboga por la acogida y el perdón.Etica:Para Agustín de Hipona la ley moral se sintetiza en la célebre frase: ama a Dios y haz lo que quieras. Para Agustín el amor es una perla preciosa que, si no se posee, de nada sirven el resto de las cosas, y si se posee, sobra todo lo demás.Como para otros Padres de la Iglesia, para Agustín de Hipona la ética social implica la condena de la injusticia de las riquezas y el imperativo de la solidaridad con los desfavorecidos







Videos
Vida de San Agustín 1

                                   Vida de San Agustín 2



Vida de San Agustín 


Frases de San Agustín 




Confesiones de San Agustín 

Webgrafia 
  • http://www.webdianoia.com/medieval/agustin/agustin_filo2.htm 
  • http://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_de_Hipona#Fallecimiento 
  • http://www.diplox.com/post-19948-san-agustin-de-hipona.html 

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